miércoles, 11 de marzo de 2009

El toro salvaje de las Pampas

Otras épocas, en todo sentido. La indumentaria para correr no existía, la seguridad en los circuitos era un tema menor, la preparación física algo desconocido, y ni hablar de sueldos millonarios…Los argentinos tenían protagonismo y nivel en el Campeonato del Mundo de Fórmula 1 (otra cosa ya olvidada), que transitaba por su segunda temporada de vida y, adecuada a ese tiempo, la tecnología ya hacía de las suyas con constantes avances y desarrollos en las carreras. Ferrari era solo una marca más dentro de la competencia, y todavía no había logrado victoria alguna en el certamen desde su instauración. Eran los orígenes de dos potencias, cuyos caminos se unirían eternamente en el GP de Inglaterra 1951, en Silverstone y de la mano de un arrecifeño, como para también dar comienzo a la leyenda viva de la calidad de los pilotos de esa localidad bonaerense
José Froilán González había viajado a Europa con apoyo nacional en el 50 para competir con Maserati, y de esta forma unirse a Juan Manuel Fangio, piloto de Alfa Romeo por aquel entonces, en la representación argentina en el viejo continente. Solo dos grandes premios corrió Froilán con esa marca, sin obtener punto alguno, en tanto que Fangio se consagró subcampeón de Guiseppe Farina. El de arrecifes decidió con buen criterio que era necesario un cambio, y apostó fuerte: a principios de 1951 se anotó con una Ferrari 166 privada y se adjudicó en la costanera porteña dos triunfos de excelente factura, batiendo a los Mercedes Benz W163. Estas competencias, fuera del calendario “oficial” del campeonato, le valieron a Froilán que Enzo Ferrari, ex empleado de Alfa Romeo que buscaba lograr su primer éxito con el team que llevaba su apellido, lo uniera a Alberto Ascari, Luiggi Viloresi y Piero Taruffi al equipo, que utilizaría la nueva 375 de 4,5 litros de cilindrada. “Pepe” debutó en Reims, Francia, cuarta fecha del certamen, en reemplazo de Taruffi, quein estaba enfermo. La victoria estuvo cerca, pero debió ceder la máquina a Ascari y en definitiva la Ferrari culminó en segundo puesto, mal resultado si se tiene en cuenta que el halago mayo se lo llevó Fangio con la imbatible Alfetta sobrealimentada, lo que sginificó la victoria 27 de manera consecutiva de la “contra” de Ferrari…El GP de Inglaterra marcó la continuidad del calendario y Don Enzo, que ya había visto lo que podía hacer el piloto argentino, le confió el auito en toda la carrera, sin cesiones. ¿El resultado? Primer triunfo del Cavallino Rampante, e inicio de un idilio que dura hasta estos días entre la categoría y la marca de los coches rojos.
La clave, además del gran manejo del piloto, fue el consumo. Mientras el Alfa Romeo de Fangio debió detenerse dos veces para respostar combustible, la 375 solo lo hizo en una oportunidad, y ahí González marcó la diferencia. La definición de la corona de ese año fue en Barcelona, y los tres postulantes eran Fangio, Ascari y el argentino. Finalmente el cetro fue para el balcarceño, quien de ese modo comenzó su fructífera cosecha de títulos. Por su parte, Froilán estableció un vínculo muy fuerte con la “Scudería”, logrando otro subcampeonato en el 54 (también detrás de Fangio) y convirtiéndose en un ícono de la casa italiana inclusive hoy día.
Los tiempos cambiaron mucho, es lógico. Hoy, la máxima categoría vela constatemente por seguridad, los pilotos son verdaderos atletas, la tecnología no sabe de techos, aún siquiera cuando los reglamentos pretenden frenarla. Ferrari es un top team, y en los últimos tiempos recuperó varios años perdidos de la mano de Michael Schumacher y Jean Todt, dupla que llegó a Maranello para inundar de gloria al equipo de automovilismo más emblemático del mundo, el que hace flamear banderas hasta en carreras de Indy Car o Nascar, donde no participa ni lo hará. Argentina pasó de tener dos pilotos en el tapete a sufrir por la no llegada de ninguno de los que tiene condiciones para hacerlo. Todo cambió. Sin embargo, algo se mantiene inamovible, resistente al tiempo, y va camino a la eternidad. Los diarios ingleses titularon aquella carrera de Silverstone del 51 con la frase “Wild bull of the Pampas”, cuya traducción a nuestra lengua es “Toro salvaje de las Pampas”. Casi todo es diferente a aquel lejano 1951, pero Froilán será eternamente ese argentino bravo que le dio a Ferrari el ansiado primer triunfo. Y vale tanto como esa corona que se le escapó dos veces

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