miércoles, 11 de marzo de 2009

Manejo, Trabajo y Corazón

Enero de 1993. La “troupe” argentina llega a Estados Unidos, y se dirige al Daytona Internacional Speedway, escenario de las míticas “24 Horas” estadounidenses. Allí los espera el equipo de Dale Kreider, con dos Cutlass Supreme V8 celestes y blancos, colores distintivos de la Mision Argentina TC. Jorge Oyhanart, Emilio Satriano, Fabián Acuña y Eduardo Ramos sería la tripulación del auto número 23. Oscar Aventín, Juan Manuel Landa, Osvaldo Morresi y “Cocho” López en el vehículo 25. Pablo Satriano, Oscar “Pincho” Castellano, Roberto Oubiña y Domingo Martínez como espectadores, aunque terminaron siendo fundamentales en la parte mecánica, dando clase (si se permite el término) a los mecánicos americanos. Juan Carlos Deambrosi, presidente de la ACTC; José Luis Barraza, de TC La Revista; Mabel, traductora; y algunos medios argentinos más.
La Misión había sido pergeñada en 1992, y entre la nómina de pilotos aparecía el “Toro” Roberto Mouras, fallecido en Lobos de ese año. El resto de los pilotos, todas figuras del TC de los ’90, con la premisa de representar bien a su categoría y rendirle homenaje al ídolo que los acompañaría desde otro lugar. Una pista difícil, una carrera de largo aliento para pilotos que, en ese tiempo, poco se fijaban en preparaciones físicas, una potencia que asustaba hasta a los valientes argentinos que sabían de riesgos en las rutas autóctonas. La Misión parecía imposible, tal cual la serie televisiva, pero a través de mucho esfuerzo y corazón, íconos distintivos del TC a lo largo de toda su historia, fue posible
Luego de algunos problemas en suspensión y frenos, que habían desnudado falencias puntuales en los autos, la clasificación mostró al “23” 35º en la general y 13º en su clase, en tanto el “25” se ubicaba 27º y 11º respectivamente. Como dato anecdótico vale mencionar que el “Vasco” de Pilar había sido el más veloz de todos el grupo con 1.58.3, tiempo que no pudo reiterar clasificando y que lo hubiese colocado mucho más adelante. A las 15 hs se largó la prueba en el trazado de 5728 metros de extensión, con Aventín y Oyhanart iniciando la misma. Hasta la hora 22 de ese día, transcurridas 7 horas de competencia, los problemas en los chasis se iban sucediendo uno tras otro, y ahí entraron en acción los espectadores argentinos, sabios técnicos, para colaborar con los mecánicos de Kreider en pos de alcanzar el final. Posteriormente los autos iban parejos, y el “25”, que era el más regular, debió ingresar a boxes con problemas en el cardan. Reparado el inconveniente volvió a pista, y a las 10 de la mañana del domingo, ya con la meta a la vista, lse dio el momento de máxima angustia: Aventín dejo el volante a Landa, a quien le avisó que l auto era inmanejable. El marplatense luchó con la indocilidad de la unidad hasta que la misma directamente no viraba, y así entró a los pits para intentar solucionar el tema. La solución no era sencilla: había que soldar una parila de suspensión delantera. Y ahí, el mítico Daytona tuvo espíritu de TC. Pilotos, mecánicos, técnicos argentinos y hasta espectadores, asombrados por la garra del grupo, hicieron posible retornar a la carrera con el auto reparado. Faltaban solo 30 minutos para las 3 de la tarde, la carrera expiraba…La decisión fue unánime, los dos autos debían cruzar la meta juntos. Así, el auto de Oyhanart y cia. esperó en la calle de boxes, y cuando el otro vehículo estuvo presto, ambos circularon juntos hasta recibir la ansiada cuadriculada.
551 giros para el “23”. 425 para el “25”. La ubicación no importa, de hecho pocos la recuerdan. Pero, lo que quedó claro y plasmado, fue el tesón de ese grupo de argentinos que sabía brillar en el Turismo Carretera y fue a hacer patria a una carrera de elite, en un país desarrollado y en un automovilismo que desconocían. Y dejaron su huella, algo que el TC y todo y todos quienes lo hacen han logrado a través de sus 70 años de historia y gloria.

1 comentario:

  1. el vasco como le decimos en el automovilismo sigue teniendo la experiencia y magia intacta por mas que hayan pasado los años .su trayectoria en el automovilismo da a muchos pilotos actuales mucha escuela ,tanto como de manejo como de puesta a punto . si hablamos de solidaridad tiene lo suyo fue y es muy compañero de sus colegas ,tanto en competencia como en su vida personal .a mi criterio sigue siendo un idolo para mi y el automovilismo ,como tantos otros y gracias a la actc que nos ayuda a crecer y criar a nuestros hijos inculcandonos dia a dia el deporte sin agrecividad . muchas gracias por el espacio cedido .pda transporte romero

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