miércoles, 11 de marzo de 2009

Suelta de toros

La madre patria nos dejó muchos legados. Idioma, costumbres, comida, y varias cosas relacionadas a la cultura. Empero, uno de los espectáculos clásicos españoles, la corrida de toros, nunca tuvo demasiada aceptación en esta parte de hispanoamérica. Cuestionadas eternamente, las corridas tuvieron, sin embargo, su símil en el Turismo Carretera, algo bien argentino y no heredado de España, Como protagonista, un auto también nacido en suelo nacional. Su nombre, Torino. El símbolo que lo identifica, un toro embravecido.
La leyenda comenzó a gestarse en Febrero de 1967, en San Pedro. Allí fue la primera “corrida”, y el “toro” salío victorioso, sin que ninguna estaca pudiera siquiera amenazarlo. El TC atravesaba, desde la irrupción del Chevitú, una transición importante en la faz técnica. Los puristas se resistían a los nuevos autos, llamados “compactos”, defendiendo a ultranza las cupecitas, que todavía se defendían en los caminos. Ika Renault ingresó a la especialidad en la primera fecha del torneo 67. Con tres pilotos desconocidos para el TC, pero de alto nivel en divisionales menores: Héctor Luis Gradassi, Eduardo José Copello y Jorre Ternengo. La “pierna de ases” fue bautizada rápìdamente CGT, por la coincidencia de los tres apellidos con
El ente gremial. El auto parecía mucho para lo que era la categoría por aquel entonces: suspensiones innovadoras, árbol de levas a la cabeza, admisión y escape enfrentados, diseño Pininfarina en la carrocería…Y, en definitiva, los augurios sobre la performance de los autos, alistados por Oreste Berta, se concretó: debut y triunfo, y obligado cambio técnico para la categoría, que a partir de allí sufrió mutaciones diversas hasta terminar en el nacimiento del Sport Prototipo, quizá el proyecto más ambicioso del automovilismo argentino en toda su historia. Ford ya había hecho debutar al Falcon, Y Nasif Estéfano había vencidocon el en el autódromo de Mendoza. Chevrolet, pionera en el tema, hizo lo propio con el Chevitú conducido por Jorge Cupeiro; y hasta Oscar Cabalén corrió y ganó con un Ford Mustang, vehículo estadounidense que hoy es una leyenda y que en aquel momento inspiraba repseto por su agresivo aspecto. Empero, nada podía detener la marcha triunfal de las máquinas de Ika. El Torino, auto nada sencillo de conducir deportivamente, tenía su fuerte en la suspensión y frenos. Copello llegó a la victoria en San Pedro con el tubo de escape roto y una cubierta casi en llanta, pero igualmente jamás fue apremiado por Eduardo Casá, 2º a la postre con su “Tractor” a más de un minuto del ganador. Al terminar la prueba, el sanjuanino terminó de dejar pasamados a todos confesando que el último giro lo había dado en 5 cilindros… Una superioridad abrumadora y que no radicaba solo en el motor, item primordial de las carreras de entonces.
La corrida de toros había llegado al país a través del TC. Durante 5 temporadas, los “toreros” de Ford, Chevrolet y Dodge pocas veces pudieron darle la estocada al “toro”, que se impuso en los torneos de 1967 (Copello), 1969 (Perkins), 1970 y 1971 (Di Palma). En el 68, “Ill Matto” Carlos Pairetti pudo doblegar a las “bestias” con su Chevrolet, que solo tenía el motor de la marca del moño. Para vencer a los Torino debieron construirse autos especiales, pero Berta no se quedó atrás: junto a Heriberto Pronello pergeñaron las “Liebres”, que siguieron “topando” rivales como el auto de serie. La leyenda del Torino nació hace 40 años, en San Pedro. Fue una “corrida” que cambió el destino de la categoría más popular del país, merced a un “toro” difícil de batir. Hoy, más de cuatro décadas después, el auto que corre bajo el nombre Torino y que casi nada tiene que ver con el del 67, sigue despertando pasiones a su paso. Ya no atropella rivales como antes, pero se ganó el respeto eterno por haber significado el inicio de una nueva etapa en la categoría más popular del país.

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