miércoles, 11 de marzo de 2009

Una decisión clave

El Turismo Carretera sufrió en 1979 de grandes problemas a nivel institucional y técnico. Ambas situaciones derivaron en mayúsculos escándalos que dieron letra para que se hablara y escribiera mucho sobre la categoría, aunque no de manera positiva o constructiva. De ese modo, las piedras en el camino desembocaron en el principio de una solución que convertiría al TC en una división independiente, hallando así su camino y edificando un futuro destinado a ser exitoso, tal como lo fue y es.
El 79 comenzó con tres carreras para no ganadores y debutantes, modalidad que el TC utilizaba seguido por aquellos años para darle la chance a los entusiastas de salir del anonimato. Dos fueron para Miguel Atauri y su veloz Dodge, en tanto la restante se la djudicó Norberto Rossone con un Falcon. Posteriormente a este mini-certamen comenzó la temporada “oficial”, también en Buenos Aires y con la disputa del Premio ACTC, quedando la carrera en poder de Héctor Luis Gradassi, piloto oficial Ford. Luego, dos victorias seguidas del temible equipo de fábrica de la marca del óvalo, en 9 de Julio y Buenos Aires y a manos de Esteban Fernandino ambas, generan malestar en el seno de la categoría. Las voces se alzaron contra el dominio apabullante de los Ford alistados por José Miguel Herceg, por lo que en la siguiente reunión, en Coronel Pringles, las tapas de cilindros de los autos de Gradasi y el “Chango” son denunciadas, comprobándose anomalías en ellas y siendo ambos desclasificados. El vencedor resulta Francisco Espinosa, con Chevrolet.
Se corre en Olavarría y vence Oscar Aventín con Dodge, luego la visita es a 9 de Julio y allí Fernandino se alza con su tercer triunfo. Hay nuevamente molestia y denuncia, pero la misma se realiza fuera de término por lo que todo queda igual. En La Pampa “vuela” Juan Occhionero para ganar a más de 230 km/h de promedio, aplacándose un poco los ánimos del TC. Empero, en Tandil vuelven las denuncias, y los Falcon de Traverso y Fernandino son desarmados íntegramente, analizándose sus piezas minuciosamente y hasta con exámenes metalográficos. Así logró comprobarse una serie de anomalías graves en los block de motor y tapas de cilindro de los impulsores, quedando automáticamente excluídos los autos y hasta fuera del campeonato por decisión de Ford, que más por vergüenza que por desacuerdo los retiró del certamen. Las idas y vueltas entre Ford y la ACTC, sumada a los conflictos por el poder deportivo que tenían CADAD y el ACA movilizaron a algunos pilotos de la especialidad, quienes tomaron la difícil y heorica decisión: independizarse, organizando y fiscalizando sus propias carreras. Debutan con éxito en el Gran Premio de La Pampa, que gana Espinosa para coronarse campeón de TC y darle al modelo Chevy su primera corona. Los inconenientes generaron retrasos en el calendario, por lo que esta temporada fue considerada como 79/80, y la siguiente 80/81 (ganada por Antonio Aventín). En 1982, el TC volvió a la normalidad en cuanto a su organigrama anual y empezó a crecer a pasos agigantados, atravesando diferentes problemas y transiciones pro manteniendo u esencia histórica: la de ser la categoría mas popular y cara a los sentimientos del país.

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